Desde la invasión de Irak en 2003, encabezada por las fuerzas armadas estadounidenses, no han sido pocas las películas, sobre todo de Hollywood, que han creído oportuno dar cuenta de su personal punto de vista sobre este conflicto. Esta afirmación puede sorprender, considerando que una inmensa parte de estas producciones no han llegado al gran público, debido a su baja calidad o al escaso interés que suscitaron en un pueblo ora convencido, ora preocupado por la manipulación de la opinión pública por un gobierno estigmatizado y sin crédito. No obstante, el objeto de este texto no es el debate sobre la justificación de lo injustificable. Ciñámonos, pues, al ámbito cinematográfico.
Algunos de los filmes sobre la guerra de Irak exhiben historias de ficción construidas a partir del clásico germen político o moral, como son los casos de Redacted (Brian de Palma, 2007) o La batalla de Hadiza (Battle for Haditha, Nick Broomfield, 2007). También los hay filmados desde el otro bando, como Ahlaam (Sueños, Mohamed Al Daradji, 2005). Pero, la mayoría se centra en la terrible experiencia de la contienda y sus consecuencias físicas y psicológicas, comoJarhead, el infierno espera (Jarhead, Sam Mendes, 2005), En el valle de Elah (In the Valley of Elah, Paul Haggis, 2007) o la reciente The Messenger (Oren Moverman, 2009). La incursión femenina en este subgénero se inauguró con Ausente (Stop-Loss, 2008) de Kimberly Peirce; ahora es el turno de Kathryn Bigelow, una de las primeras mujeres en ponerse tras las cámaras, que ofrece una mirada muy alejada del denostador prejuicio sobre las filmografías de mujeres.
El thriller de suspense, la acción y la ciencia-ficción han sido los géneros predilectos en la carrera de Bigelow. Casi cuatro años de rodaje en Jordania, los asocian entre sí en un brillante trabajo dramático sobre la adicción a la guerra. Sí, también, contiene cuotas de ciencia ficción. Porque En tierra hostil (deplorable traducción del título original) se basa en las técnicas reales del desarmado de bombas, pero su alternativa ejecución procedimental (p.e. la presencia invariable de un traje antibombas similar al de un astronauta) responde a una inteligente creatividad y a una intuición interpretativa precisas por parte de la cineasta californiana -aplaudida por los expertos especializados en dichas técnicas- sobre el guión del periodista Mark Boal. Filmada combinando el estilo documental de la cámara en mano con planos estáticos, la trama sigue el día a día de la "Bravo", una brigada del ejército norteamericano integrada por tres soldados. Esta pertinente reducción en el comando protagónico permite conocer a fondo la personalidad de cada miembro
El thriller de suspense, la acción y la ciencia-ficción han sido los géneros predilectos en la carrera de Bigelow. Casi cuatro años de rodaje en Jordania, los asocian entre sí en un brillante trabajo dramático sobre la adicción a la guerra. Sí, también, contiene cuotas de ciencia ficción. Porque En tierra hostil (deplorable traducción del título original) se basa en las técnicas reales del desarmado de bombas, pero su alternativa ejecución procedimental (p.e. la presencia invariable de un traje antibombas similar al de un astronauta) responde a una inteligente creatividad y a una intuición interpretativa precisas por parte de la cineasta californiana -aplaudida por los expertos especializados en dichas técnicas- sobre el guión del periodista Mark Boal. Filmada combinando el estilo documental de la cámara en mano con planos estáticos, la trama sigue el día a día de la "Bravo", una brigada del ejército norteamericano integrada por tres soldados. Esta pertinente reducción en el comando protagónico permite conocer a fondo la personalidad de cada miembro.
Capitaneados por el recién llegado, impulsivo y temerario sargento William James (en una interpretación excepcional de Jeremy Renner), el disciplinado sargento J.T. Sanborn (Anthony Mackie) y el inmaduro y pávido especialista Owen Eldridge (Brian Geraghty) se cuestionan muy en serio el modus operandi de su superior. Pone en peligro sus vidas sin regirse por el código establecido para las maniobras. Piensan que no tiene cabeza. Pronto advertirán que lo que sí posee es algo de lo que carece toda la milicia allí presente: una enfermiza obsesión por su trabajo. Es el típico paleto desarraigado, aunque pasional, un profesional ilusorio que axiomatiza las vacilaciones del ejército norteamericano. Su autonomía y seguridad de sí mismo contrastan con el miedo y la racionalidad de sus subordinados. Adquiere la profusión del clásico héroe americano o, por lo menos, se convierte en una extensión de éste que, esta vez sí, tributa al espectador las habitualmente traslúcidas exhortaciones personales (un reveladorflashback final). Y... ¡sorpresa!, no son, en absoluto, de índole patriótica.
Precisamente, este drama ataca, en esencia, el interior de las personas, su pudorosa integridad moral, apercibiendo de la irreversibilidad de sus actos. La indisoluble incertidumbre, la espera del francotirador, la indistinta y paranoica sospecha de lo extraño y desconocido, los fantasmas íntimos. Esta miscelánea desempeña un cometido de plausible franqueza en la composición de una atmósfera ajena y hostil, además de definir un atosigante pulso narrativo, que genera una tirantez insoportable en todas y cada una de las escenas, de principio a fin de la película. No hay tregua. No hay lugar para la distracción; ni para la del soldado -que se relaja bebiendo y agotándose en unas intensas peleas con sus colegas-, ni para la del público. La guerra se percibe como un problema cercano, una cuestión de implicación global que nos concierne a todos.
En realidad, la proximidad está servida en bandeja por una puesta en escena cabal (referencia especial para la yerma escenografía y el impecable sonido) y un concienzudo diseño de producción, culminándolo con un montaje de efecto hipnótico. Bigelow puede presumir de buen criterio al mantenerse al margen del politiqueo discursivo más fútil, para lograr una obra natural, con una capacidad prodigiosa para mostrar lo mejor y lo peor de nuestra especie, apenas separados por unas secuencias. Un amplio sector de la crítica le ha achacado esta falta de iniciativa ideológica. A mí, personalmente, no se me ocurre otra cosa que felicitarla por no distorsionar con la previsibilidad obstinada del sermón doctrinario la pureza de una cinta que logra sublimar la condición humana.
Dos de las películas con mayor número de nominaciones para los premios Oscar de este año han sido
Malditos Bastardos (Inglourious Basterds, Quentin Tarantino) y En tierra hostil, con ocho y nueve candidaturas respectivamente. Es indiscutible la validez de ambas y resulta, cuanto menos insólito, que dos de las producciones con más posibilidades de arrebatarle la estatuilla a la Mejor Película a
Avatar -Bigelow acaba de ganarle la primera mano a su ex marido en los BAFTA-, sean películas de guerra. Pero, más lo es el hecho de que ninguna de ellas sea una película estrictamente bélica, ni por el contenido ni por la expresión. Quizás llegó el momento de ventilar el género. Visto lo visto, voto a favor.
Galardones y premios:
Festival de Venecia, 2008.
Festival de Sitges, 2009
Oscars 2009: 9 nominaciones incluida mejor dirección y película
Globos de oro: 3 nominaciones incluida mejor dirección y película
Premios BAFTA: 6 premios incluyendo mejor dirección y película
Intérpretes
Jeremy Renner | Sargento William James |
Anthony Mackie | Sargento JT Sanborn |
Brian Geraghty | Owen Eldridge |
Guy Pearce | Sargento Matt Thompson |
Evangeline Lilly | Connie James |
Christian Camargo | Coronel John Cambridge |
Ficha Técnica
Dirección | Kathryn Bigelow |
Guión | Mark Boal |
Producción | Kathryn Bigelow, Mark Boal, Nicolas Chartier y Greg Shapiro |
Producción Ejecutiva | Tony Mark |
Fotografía | Barry Ackroyd |
Montaje | Chris Innis y Bob Murawski |
Música | Marco Beltrami y Buck Sanders |
Diseño de Producción | Karl Júlíusson |